Por Ana María Ureña
La andanada de denostaciones de los fideles del presidente Danilo Medina, en contra de la Iglesia, tras esta hacerse eco en el «Sermón de las Siete palabras», del sentir de sus feligreses, demuestran que la representante de Dios en la tierra, tiene toda la razón.
La Iglesia criticó los males que aquejan a la ciudadanía, como son la inseguridad ciudadana, la indolencia de muchos ante el dolor ajeno, la ausencia de justicia, la insolencia de muchos funcionarios, así como a «los que pretenden con intenciones mezquinas, perpectuarse en sus cargos sin importar que para lograrlo haya que pisotear una vez más nuestra Carta Magna», leyó el sacerdote reverendo José Alberto Vargas Salazar, al referirle a la Primera Palabra, «Padre pérdonalos, porque no saben lo que hacen».
Asimismo en la Segunda Palabra «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso», el sacerdote salesiano José Pastor Ramírez, dijo: «Los responsables de impartir justicia se caracterizan por exhibir comportamientos cínicos y son en cierto momento teatreros, que no investigan lo suficiente, su función esencial se ha reducido prácticamente en encubrir a líderes políticos corruptos”.
“Suscribo y apoyo y mantengo la postura del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, de que nos están conduciendo a una dictadura”, expresó con vehemmencia el sacerdote.
Estas y otras alusiones a los males que padecemos ha hecho que muchos gertrudis del gobierno, como el vocero, Roberto Rodríguez, quien fue de los primeros en responder, y que ha «descubierto» que la Iglesia ha perdido fieles, pero NO por lo que él cree, como son estas quejas, sino por errores cometidos por delincuentes que se escudan en ella para hacer sus fechorías.
También saltó Susana Gautreau, que le dicen la «nuclear», sugiriéndole a Danilo Medina, el rompimiento del Concordato. Lo propio hicieron otros.
Pero el que más hizo fuera del cajón, fue el diputado Aridio Vásquez Reyes, que representa a La Vega, por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Este infeliz señor haciendo uso de su beligerante intolerancia mandó a la Iglesia Católica a formar su propio partido político.
Este insondable ignorante, que bien le cabe la alusión del Presidente Leonel Fernández a Hipólito Mejía, de «analfabeto funcional», porque más cenutrio no hay otro, escribió la ignominia que perfectamente le cabe a él y su pandilla, se le olvida que es parte de la institución más aborrecida por la ciudadanía:
«La propia iglesia se está encargando de hacer que sus feligreses dejen de creer en quienes la representan, por los tantos disparates que salen de la boca de sacerdotes, dirigidos por politiqueros. No respetan ni los días de asueto de Semana Santa. Después que no se quejen», escribió el ominoso.
Pero de este pelafustan no se puede esperar menos se recuerda que «le faltó el respeto a las mujeres» que luchaban en contra de la corrupción e impunidad a través de la Marcha Verde.
Asimismo una caterva de anodino sujetos le faltaron el respeto a la institución mejor valorada por cualquier comunidad en el ámbito mundial.
No obstante los enfurecidos se detuvieron porque el ministro José Ramón Peralta, le puso un pare a la andanadas que estaban soltando, cuando demostrando comedimiento escribió que la Iglesia estaba en su derecho de denunciar el sentir de su feligresía.